martes, 5 de noviembre de 2013

ARACNE

No se distinguía Aracne ni por su patria ni por su cuna, si por su arte. En las ciudades lidias había conseguido con su esfuerzo un nombre famoso, aunque había nacido en casa humilde. Cuando con los dedos moldeaba el material y ablandaba los vellones, cuando con un toque del pulgar hacia girar el torneado huso, sabrías que la había enseñado Palas Atenea. “que compita" dijo conmigo, nada rechazare si me vence. Sin demora colocan las dos en lugares distintos, telares gemelos. Las dos se dan prisa y con los vestidos recogidos hasta el pecho mueven con maña los brazos. Ni Palas podría criticar aquella obra rompió el lienzo y según tenia la lanzadera golpeo tres o cuatro veces en la frente a Aracne. No lo soporto la desgraciada y se ato con valor su garganta con un lazo, ya colgaba cuando Palas, compadecida, la levanto y le dijo así: "vive pues, pero cuelga, malvada, y el mismo castigo, para que no estés segura en el futuro, este declarado para tu familia y tus remotos descendientes”. Tras esto al marcharse, la roció con jugo de la hierba de Hécate y al punto se evaporaron sus cabellos tocados por la triste droga y con ellos la nariz y los oídos, la cabeza se le vuelve diminuta y también todo el cuerpo de Aracne es pequeño, en el costado tiene incrustados unos finos dedos en lugar de piernas, lo demás lo ocupa el vientre, del que, sin embargo, ella suelta un hilo, y como araña trabaja sus antiguas telas.                                                                                                            OVIDIO